Curitiba
es una buena ciudad para vivir. Acá en la mayor parte del año el clima es agradable,
la ciudad es bonita y organizada se comparar a otras de Brasil, las personas
suelen ser un poco más retraídas, lo que para mí no es un problema.
Pero,
por supuesto hay muchos problemas como en toda ciudad. Y uno de ellos, es el
transporte público. El precio del billete es muy caro, puesto que son pocos
buses para mucha gente, estos no están en buenas condiciones, el horario ni
siempre es cumplido, no ha comodidad, no hay respecto por las personas que
dependen del transporte público para locomoción, y una infinidad de otros
problemas.
Además,
Curitiba es considerada como una ’’ciudad ejemplo’’ cuando se trata de
transporte público, lo que nos hace pensar en la gravedad de la situación.
Desgraciadamente,
quien hace uso del autobús en la ciudad son las clases menos prestigiadas, que
tienen menos voz. Ninguna persona con mejores condiciones, un político, por
ejemplo, va en autobús. Así es más fácil olvidar el problema.
A
menudo la población, especialmente los estudiantes, los jóvenes, hacen huelga,
y muchas veces es cuando el precio del billete va subir. Pero casi nunca, las
autoridades dan una respuesta frente a eso. Lo peor, es que mientras unos hacen
protestos, otros les juzgan como rebeldes y buena parte, o se queda conformada,
apática, o ni siquiera tiene conciencia de la gravedad de la situación.
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