lunes, 11 de marzo de 2013
Cantaba y cantaba
Cantaba, y cantaba, y cantaba y cantaba y cantaba y cantaba y cantaba Y venga cantar. Yo soy una mujer de mi casa. Pero aquella criada gorda no hacía más que cantar y cantar y cantar Estuviera yo donde estuviera, venía y empezaba a cantar Cantaba de todo y de cualquier cosa, lo mismo le daba. ¿Despedirla por eso? Hubiera tenido que pagarle sus tres meses. Además hubiese sido muy capaz de echarme mal de ojo. Hasta en el baño: que si esto, que si aquello, que si lo de más allá. Le metí la toalla en la boca para que se callara. No murió de eso, sino de no cantar: se le reventaron las canciones por dentro.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario