Fumaba y fumaba.
Fumaba y fumaba, y fumaba, y fumaba, y fumaba, y fumaba, y fumaba. Y venga fumar. Yo soy una mujer de mi casa. Pero aquella criada gorda no hacía más que fumar, y fumar, y fumar. Estuviera yo donde estuviera, venía y empezaba a fumar. fumaba de todo y cualquier cosa, lo mismo le daba. ¿Despedirla por eso? Hubiera tenido que pagarle sus tres meses. Además hubiese sido muy capaz de echarme mal de ojo. Hasta en el baño: fumaba uno, dos y otro más. Le metí chicles en la boca para que dejase de fumar. No murió de eso, sino de no fumar: se le convirtió en tutti-frutti el color de sus pulmones.
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